Observar la higiene de las manos es un modo sencillo pero eficaz de prevenir infecciones. Lavarse las manos puede evitar la diseminación de gérmenes, incluyendo los resistentes a antibióticos, que se están volviendo más difíciles, si no imposibles, de tratar. Por desgracia, por término medio, los profesionales sanitarios se lavan las manos menos de la mitad de veces de las que debieran.1 Según los Centros para el Control de Enfermedades, cualquier día normal, más o menos uno de cada 25 pacientes hospitalarios contrae al menos una infección nosocomial.1 La transmisión de patógenos se produce sobre todo a través de las manos contaminadas de los trabajadores sanitarios. En consecuencia, la higiene de las manos (es decir, lavarse las manos con agua y jabón, o utilizar una solución a base de alcohol para manos) lleva mucho tiempo siendo considerada una de las medidas de control de infecciones más importantes a la hora de prevenir infecciones intrahospitalarias o nosocomiales. Siga leyendo más sobre la importancia de la higiene de las manos, los componentes del programa de mejores prácticas recomendadas y el impacto positivo de su aplicación consistente en la práctica clínica.